La Patagonia

Noviembre 28 - Diciembre 12

La Patagonia no está escrita, no es una serie de fotos ni una serie de videos bien editados, no es un folleto del ministerio de turismo y mucho menos el imán de la ruta 40 en mi refrigerador. La Patagonia está viva, respirando vientos de velocidades inverosímiles y pintando lagos de azules y verdes imposibles, está llena de zorros persiguiendo liebres y de halcones asechando ratones, llena de guanacos despeinados y de ñandúes regordetes, de cordero asado, de empanadas, de sus gauchos barbones y del más suave de los cielos, teñido con nubes tejidas con lana de sus borregas.

Más que el fin del mundo, pareciera que es aquí donde este comienza y donde la vida cobra sentido.
Sus caminos, trazos interminables de piedra y polvo, te llevan a cualquier lugar, a donde quiera que sea y hasta encontrarte contigo mismo si es que sabes dónde queda el medio de la nada. La patagonia es tiempo suspendido de si mismo, un banca donde sentarse a esperar a que termine algo que con cada madrugada, comienza una y otra vez, es el horizonte que se rehusa a acercarse y es el aire que te envuelve y te sacude las ideas, las más profundas…

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